Dolz sobre la fusión; Nos parecía como si jugáramos ante un público neutral con un jersey prestado”
No fue una tarea especialmente sencilla amalgamar dos almas y dos espíritus mezclados con aleaciones que no parecían prestas a combinar con una milimétrica precisión. Hablamos principalmente de emociones. Y ese componente afectivo es complejo de alterar. El argumento presentado responde al proceso de unificación que, en las primeras jornadas de agosto de 1939, en pleno, e intimidatorio, proceso de reconversión del país tras los devastadores efectos de la Guerra Civil, unió los destinos del Levante F.C. y Gimnástico para proceder al nacimiento de la Unión Deportiva Levante-Gimnástico o UDLG como popularmente se llamó al club emergente partiendo de cada una de sus siglas hasta su transformación definitiva en Levante UD en 1941. Es evidente que la psique gimnastiquista era refractaria al espíritu que impregnaba a la masa social más afín al Levante.
Eran dos realidades contrapuestas; dos estilos alejados y parecía una auténtica entelequia establecer un nexo de unión entre la entidad fundada por José Ballester, un personaje con una indisimulada pátina de brillo republicano y con las conexiones del Gimnástico al Patronato de la Juventud Obrera de claro signo jesuítico. La periferia de la ciudad, en alusión a los Poblados Marítimos, contra la Valencia más conventual. Dos esferas, dos identidades y dos representaciones con un acentuado sentido de la oposición. Y estos desajustes se trasladaron al verde. Agustín Dolz, icono del Levante F.C. de los años treinta y testigo directo de la fusión, toma la palabra en Deportes a finales de la década de los cuarenta. “Nos parecía ahora como si jugáramos ante un público neutral con un jersey prestado”. La afirmación es realmente aclaratoria
Dolz abandonó los márgenes del Estadio de La Cruz para fondear en Vallejo y cambió las rayas blanquiazules por la camiseta azulgrana propiedad del Gimnástico. “Nos faltaba aquel color que nos daba la hinchada de los Poblados Marítimos y que ahora encontraba el nuevo campo demasiado desplazado de su zona”, manifestó uno de los legendarios capitanes de la historia granota. Subyace un sentido de expatriación del discurso del jugador. Dolz expone los dos universos que poblaban las gradas de Vallejo. El trenet, con sede central en la Estación del Puente de Madera, era el medio escogido para trasladar el contingente de taxón levantino que se adentraba en un nuevo escenario mientras que los seguidores de sustancia gimnastiquista cruzaban las Torres de Serrano. Vallejo era el punto de reunión, pero fue necesario que el tiempo discurriera para limar las distancias afectivas.