Hoy hay café
Era un mensaje encubierto que la plantilla entendía esbozando, además, una prolongada y amplia sonrisa. Como sucedía durante los conflictos bélicos, se convertía en una especie de comunicación encriptada cuyos códigos desvelaba únicamente el vestuario en su más estricta y estrecha intimidad. Nos situamos en los primeros ochenta con el club combatiendo por los arrabales de la Tercera División tratando de reeditar y recuperar una identidad que había perdida mucho tiempo antes. “Hoy hay café”, advirtió uno de los capitanes extendiendo el aviso al resto de la plantilla. Aquello venía a significar que había una prima extra por la consecución de la victoria, ofrecida por un solvente aficionado azulgrana, adscrito a una dinastía portuaria con una profunda tradición en la cúpula gestora de la sociedad durante los años cincuenta y sesenta, vinculada a las notables familias que laboraron por la compra en propiedad del Estadio de Vallejo. Si el triunfo quedaba aprisionado, normalmente el martes siguiente llegaba la prebenda que era acogida con júbilo en tiempos de carestía y retrasos en las nóminas.