Mestalla; no hay mal que cien años dure (habrá que encomendarse al espíritu indómito del Comandante Morales)

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Fue a mediados de junio de 1937, en plena Guerra Civil, en concreto el domingo trece.

Esa jornada dominical los equipiers del Levante FC y sus homólogos del Valencia FC quedaron citados en el feudo de Mestalla.

Y la sonrisa final fue para un Levante que se sentía invencible y que perdía cualquier atisbo de temor cuando se enfrentaba al equipo blanco sobre el verde.

Aquella confrontación correspondía a la segunda jornada de la liguilla de la Copa España Libre que reunió a los dos equipos valencianos junto al Girona y Espanyol, por entonces Español.

El enfrentamiento adquiría volumen y profundidad. No había que perder de vista los condicionantes que contextualizaron el estreno en la competición que cerraba el curso deportivo 1936-1937. El Valencia logró anestesiar al Español, campeón de Cataluña, en el feudo de Sarrià mientras que el Levante, con un contingente de jugadores del Gimnástico FC, derrapó ante el Gerona en el feudo de Vallejo (2-2), escenario escogido por la sociedad marina para formalizar como casero sus encuentros.

Aunque la competición estaba en maitines, el duelo de Mestalla podía marcar el destino futuro de los contendientes reunidos.

Era un partido superlativo. Ese componente estaba justificado. El Valencia defendía la condición de leader en su estadio mientras que el Levante no podía permitirse un nuevo patinazo porque perder significaría distanciarse de un adversario directo. Además del trascendente valor de los puntos, desde una perspectiva cuantitativa, entraban en liza cuestiones tales como el carácter simbólico de la cita, la vertiente emocional y sus repercusiones sobre la psique de los protagonistas.  

El diario El Pueblo se encargó de propagar la especial significación de la confrontación para sendos rivales que tenían deudas pendientes que saldar en virtud del cariz adoptado en los últimos enfrentamientos materializados.

“El match cumbre de la competición”, advertía en la edición matutina del jueves 10 de junio.

Si en algún momento histórico la indiscutible superioridad del Valencia, respecto al Levante, estaba en entredicho fue en los años inmediatos al conflicto bélico que arrasó la Península. “Hace ya tiempo que el Valencia no puede con los costeños. Las derrotas se vienen sucediendo”, confirmó El Pueblo.

Las huellas eran evidentes. El Levante había eliminado al Valencia en cuartos de Final del Campeonato de España en el ejercicio 1934-1935. En el nacimiento de esa misma temporada el Levante se había coronado campeón del Campeonato Súper-Regional superando, entre otros oponentes, al club de Mestalla, si bien el Campeonato Regional de la temporada 1936-1937 devolvió la supremacía al Valencia.

Como sucede, en ocasiones, con encuentros con tendencia hacia la hipérbole, el partido muy pronto perdió ese carácter competitivo que se preveía. “Contra lo que se esperaba el resultado ha sido aplastante a favor del Levante que ha vencido 4-0”, relató El Mundo Deportivo el lunes 14 de junio de 1937.

Es muy posible que nadie esperase una actuación tan devastadora del combinado marítimo.

“Aunque ya el Levante batió al campeón en Mestalla esta misma temporada, la solidez del Valencia, demostrada de nuevo hace ocho días en el terreno de Sarriá, triunfando del Español en la primera jornada, bastaba para obligar al vaticinio de los propietarios de Mestalla, tanto más cuanto que el Levante en su campo solo conseguía empatar con el Gerona”. No obstante, a veces, el fútbol es refractario a las predicciones.

La victoria marina se cimentó en un primer acto de signo inconmensurable (0-3). Los equipiers del Valencia fueron incapaces de arrestar a los jugadores levantinos. Fue un triunfo coral alcanzado desde el atrevimiento. “La línea delantera del Levante ha sido la más destacada de todo el equipo que ha hecho un buen partido. También los medios han sido una línea sólida y eficaz”, según incidió el periódico catalán. Nieto y Gaspar Rubio fueron los encargados de profanar el santuario de Mestalla.

El Levante certificó en el coliseo valencianista esa etiqueta de equipo aguerrido, temido y difícil de rebatir para el Valencia. No había complejos cada vez que surgía la estela del Valencia. “No es una vez, ni por un resultado que deje la duda en su ánimo. Es ya reincidencia en el Levante esa falta de respeto de sus jóvenes jugadores hacia el campeón en su propio terreno”, acentuó el Mundo Deportivo. “Pero el Levante ha triunfado de nuevo en su campo y esta vez con mayor contundencia aún”.

En realidad, hubo un trasvase de poderes durante la evolución de los noventa minutos. El Levante regresó a sus dominios de los Poblados Marítimos ungido como leader tras una victoria lujuriosa. Y esa condición le acompañaría durante el resto del torneo.

Fue una victoria cautivadora y también reveladora de la consistencia de hormigón de aquel colectivo que se comportaba sobre el verde con pasión y con osadía.

“Y como estas fechorías de la revelación de la temporada en Levante van de acuerdo con sus resultados generales en todos los campos, como su pujanza se afirma más y más, hay que considerar que en el plano de los favoritos para el triunfo y para la adjudicación de esta Copa del Presidente de La República cabe también el Levante”, añadió El Mundo Deportivo.

Y así fue. El dominio del Levante fue evidente. La Copa España Libre fue adquirida en propiedad después de la finalísima que volvió a enfrentarle al Valencia en el Estadio de Sarriá (1-0 gol de Nieto). Fue la tercera victoria consecutiva en un mes, pero aquella muesca en Mestalla fue la última de su expediente en este escenario. Desde entonces la victoria en Mestalla se resiste. Y los enfrentamientos en el marco de la élite se han multiplicado en las últimas temporadas.

Posdata:  

Mi abuela, que fue la mejor de todas las abuelas, solía decirme que no había mal que cien años duré. Siempre me lo decía inyectando una dosis de esperanza ante una desgracia que parecía perpetuarse.

Mañana el Levante volverá a jugarse la vida en otro duelo trepidante. Habrá que encomendarse al espíritu indómito del Comandante Morales.

Tengo un amigo que lleva un puñado de partidos diciéndome que “estamos ante el último tren de la Liga”. Lo bueno es que cada jornada me envía el mismo mensaje. Hace un mes parecíamos sepultados. Supongo que mañana sábado un par de horas antes del encuentro de Mestalla volverá a mandarme el consabido WhatsApp.

Mis amigos los xotos ya me están esperando. Lo notó. Confían en que mañana se cumpla ese pronóstico que advierte que el Valencia tiene asegurado los seis puntos cuando converge con el Levante en la máxima categoría. Hasta la fecha nunca ha sucedido.

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