Pruebas de amor

admin

El otro día una de mis compañeras de trabajo me pidió el teléfono de mi mujer.

Eva acaba de montar una tienda de artículos de regalo y similares en Godella que se llama ‘Que me quiten lo bailao’. Cierro el paréntesis propagandístico y vuelvo al asunto.

Yo no llevaba el móvil encima (me estaban cambiando la pantalla por enésima vez) y le contesté resuelto que no me sabía de memoria el teléfono de Eva. Una mueca de incredulidad se dibujó en el rostro de mi compañera. He de reconocer que nunca me he sabido el teléfono de mi mujer, pero le dije con un punto indisimulado de orgullo que sí que me sabía su número de DNI.

Para recalcar lo que yo considero una auténtica heroicidad le incidí en que era una evidente prueba de amor hacia Eva. Es más difícil aprenderse los dígitos del DNI que recordar los números del teléfono le espeté. Es una prueba de súper amor.

No imaginé que aquello podía ser el germen de un ardoroso debate. Mis compañeros del Área de Patrimonio Histórico del Levante (somos cuatro) se unieron a la polémica que habíamos generado y tras analizar con sumo celo los pormenores de la controversia, es decir qué pesa más si saber el número de móvil o de DNI, resolvieron en favor de la segunda premisa.

Los dos arguyeron, sin emitir dudas, que es una evidente prueba de amor conocer el DNI de tu media naranja.

Es mucho más difícil dijeron al unísono para zanjar el asunto. Una prueba del todo irrefutable.

No hace mucho coincidí con un amigo tomando un café. Él, que desconocía el debate suscitado sobre el número de teléfono y el DNI, me lanzó sin anestesia nada más sentarnos que la competición liguera le está ofreciendo pruebas inequívocas de amor al Levante de forma constante en las últimas semanas.

“Quiero que te quedes entre nosotros una temporada más” venía a sugerir como si fuera capaz de hablar por boca de la Liga.

Mi amigo es sesudo en las reflexiones que realiza. Nunca da una puntada sin hilo. Cuando decides abordar un asunto polémico con él hay que prepararse a conciencia para rebatir sus tesis. Es como ir a una batalla, pero desde un plano dialéctico. Es un fundamentalista de la argumentación y te puede asediar con mil razones que acabaran horadando tus ideas.

A veces te vence por sometimiento. Entonces capitulas y dimites.

Según su dictamen es un milagro que el Levante, cuando restan diez jornadas para el cierre del campeonato, todavía tenga opciones reales de conseguir la permanencia en Primera División. En realidad, estima que los datos son aterradores.   

Se aferra a la estadística para anunciar que el Levante es el equipo que menos victorias ha conquistado, tres, es el segundo que más derrotas colecciona, quince, y presenta el peor coeficiente de goles en contra con la suma de 55. Y pese a los paupérrimos números para él lo más asombroso es que está en manos de la plantilla conseguir lo que para él sería una proeza absoluta por su magnitud.

No hay dependencias de terceros asegura, pese al valor del gol-average en caso de empate a puntos, un aspecto que no debe obviarse. Simplemente hay que ganar partidos ilustra.

Su tono va adquiriendo más seguridad conforme avanza el café. Otra temporada a estas alturas y con estos guarimos el Levante ya estaría enterrado en la Segunda División viene a resumir. Hoy no.

Anuncia que en las últimas semanas hay brotes verdes que están mejorando la rentabilidad del bloque. “Este equipo presiona más arriba y empieza a defender mejor y, además, Felipe Miñambres ha puesto en vereda a todos los jugadores. Está en todos los entrenamientos analizando sus movimientos. Los jugadores se sienten examinados y se están poniendo las pilas”.  

La cercanía con el final de la competición y la complejidad de los rivales que se avecinan no merman su confianza “porque siempre hemos sido más fiables cuando nos enfrentamos a los más poderosos”, recuerda.

Es su reflexión que yo me limito a trasladar a este escrito a sabiendas que mañana sábado, en Pamplona, Osasuna nos puede dar un sopapo de dimensiones mayúsculas por sus consecuencias o, por el contrario, avivar la llama de una permanencia que está más cerca que las semanas pasadas. También puede suceder que el resto de los equipos instalados en el furgón de cola conjuguen con el triunfo y volvamos a caer en la depresión. 

“El desfase con la permanencia a día de hoy es de seis puntos. Y no hace mucho que la distancia estaba en doce o trece puntos”. Hay un tono triunfal y una sonrisa ganadora. “La Liga nos quiere tío”.

“Vamos mejorando”, le digo sin mucho ánimo.

No sé por qué razón piensa que la Liga pretende al Levante, pero vuelve a su idea inicial. “Los equipos de abajo no están ganando sus partidos y el Granada y Mallorca parecen estar cerca del colapso. Mira lo que ocurrió la última jornada. Empatamos y recortamos las diferencias un que fuera en un punto. La Liga nos quiere”. Esto es como cuando una chica se fija en ti, pero no te enteras, me apunta para concluir: Quizás sean muestras de amor por parte de la Liga hacia el Levante que hay que descubrir y aprovechar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *