La directiva sanciona a la plantilla y a Álvaro por bajo rendimiento

Emilio Nadal

El desenlace de la temporada 1958-1959 se alejó de las previsiones establecidas por la sociedad, principalmente después de la victoria conquistada en el viejo Altabix de Elche que erigía al Levante como el equipo que ocupaba la clasificación por su vertiente más empinada y noble. Sin embargo, ese supuesto golpe de efecto y ese pretendido acto de rebelión colectivo, que supuso clavar una pica en uno de los campos más complejos, ante uno de los adversarios más abruptos y corrosivos del ejercicio, quedó empañado por el abrupto itinerario que siguió a aquella victoria que parecía superlativa y ultrasónica por sus connotaciones.

El Levante descarriló y aquel ascenso que se advertía, sin peajes, ni tributos se convirtió en una elástica promoción ante la U.D Las Palmas. A Antonio Román no le tembló el pulso. Ni buscó subterfugios. En una decisión, consensuada con el resto de la junta directiva, decidió sancionar a toda la plantilla y a Álvaro. Para los jugadores suponía una amonestación que se convirtió en un alejamiento de sus funciones del entrenador. Esta disposición propició que Agustín Dolz tomara los mandos de la plantilla para los duelos promocionistas.

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